sábado, 30 de junio de 2012

Aprendiendo: capítulo 8


Disclaimer:The hunger games no me pertenece.


Tragué saliva y pasé lentamente la hoja. En enormes letras rojas estaba el título del primer capítulo de ese libro "La Seducción". Acaricié lentamente las letras tomando aire y empecé a leer. Empezaba diciéndome que tenía que tener confianza en mí misma. Bien, por eso no había problema, confiaba en mí y en mis actos. Sabía en lo que era buena y en lo que no, sabía lo que quería. Ehm… bueno, quizás eso no, pero gracias a este libro quizás eso cambiaría…Pero en el siguiente párrafo empezaron los problemas, decía literalmente, que si yo me veía guapa, y atractiva, para el chico sería más fácil verme también atractiva. Genial, solo había leído media página y ya me había echado por tierra. Verme guapa…Era imposible…no creía que yo llegara a verme favorecida si no era bajo cientos de tratamientos de belleza como usaban los equipos de preparación.
Decidí pasar de esa parte, pero la siguiente no es que fuera mejor…Hablaba de vestirse bien, favoreciendo tus puntos buenos y escondiendo los malos. ¿y si no tenias ninguno bueno? Luego siguió con formas de hablar, de moverse, actuar, para seguir con la seducción. Y aunque el libro me desagradaba por completo, debía reconocer que al menos daba consejos, algunos interesantes y que me hacían entender algunas cosas de las que pasaba cuando estaba con Peeta. Como por ejemplo como veía subir y luego bajar su nuez, indicándome que estaba tragando en seco cuando me mordía el labio sin pretenderlo, o por qué miraba mi mano tan fijamente cuando me dedicaba a jugar con mi pelo mientras desayunábamos. En esos momentos Peeta se estaba dejando seducir.
Quizás y después de todo puede que le tuviera seducido ya. Quizás con el hecho de estar enamorado de mí ya estaba seducido ¿por qué lo estaba, no?, pero de eso en el libro no ponía nada, así que me quedé con la duda.
A los pocos minutos ya me había leído el capítulo entero. Ahora tenía más dudas que antes, no, definitivamente no empezábamos bien…Aún así decidí seguir leyendo el siguiente capítulo se empezaba con una corta y sencilla palabra "Besos". Decidí saltármelo, consideraba que los besos entre Peeta y yo era un tema sobre el que no tenía que aprender más, me gustaba como besaba, y por como lo hacía suponía que a él también le gustaba como lo hacía yo. Me mordí el labio recordando sus besos y ese calor en mi bajo vientre, seguidamente pude notar ese calor que un segundo antes estaba recordando.
El siguiente capítulo del libro era "las caricias" y aunque también estuve tentada a saltármelo me obligue a empezar a leerlo. Normalmente Peeta era quien me acariciaba y yo me dejaba hacer. Mis caricias se limitaban a su pelo y su pecho, y quería saber algo más. Las dos primeras líneas te recomendaban acariciar lo que te apeteciera en ese momento, siempre que fuera de forma suave y evitando las zonas erógenas. No sabía que significaba "zonas erógenas" debía buscar un diccionario y buscar las palabras cuyo significado no sabía…Aun así no me importó y decidí que empezaría a tocar a Peeta cuando me apeteciera, me gustaba acariciarle, ver como cerraba los ojos, relajado.
Dejé el libro apartado sobre la estantería y me puse a meter el resto en la caja, para dejar el lugar como me lo había encontrado. Luego subí al salón con el libro para seguir leyendo. Pero en el momento en el que empecé a leer de qué iba el siguiente apartado del libro lo dejé rápidamente. No, no tenía fuerzas para enfrentarme a eso, al menos por el momento, no podía evitar que mis mejillas se volvieran del color de las fresas que cogía en el bosque, quizás cuando aprendiera a controlar mi rubor podría continuar. Maldita sea, ¿por qué era todo tan complicado? acababa de aprender una nueva palabra "Masturbación". Y yo ni siquiera sabía que las chicas también nos podíamos tocar para darnos placer.
Eso no era para mí, no sé a quién pretendía engañar. Yo no servía para seducir, no era coqueta, no era una "señorita". Yo cazaba, me manchaba de barro y maldecía.
Genial, mis planes se estaban yendo al garete…
Subí a mi cuarto y guardé el libro en el armario, entre mi ropa y baje de nuevo al salón. Esta vez cogí otro libro de la pequeña estantería me recosté en el sofá y empecé a leer el aburrido libro antiguo deseando que Peeta no tardara mucho.
Pronto me aburrí del libro y lo dejé sobre mi pecho. Cerré los ojos y a mi mente volvió esa nueva palabra para mí, masturbación. En el colegio se oían cosas, había oído más de una vez que los chicos a veces se tocaban, que les gustaba hacerlo. ¿Peeta lo haría? Una sonrisa divertida apareció en mis labios, seguida de un leve calor en las mejillas. Por lo poco que había leído, al parecer también lo hacían las mujeres, o al menos algunas… ¿qué se sentiría?
Sin ser plenamente consciente de mis actos, desabroché el botón de mis pantalones y deslicé la mano hacia dentro de ellos, posé la mano ahí, sobré mis bragas e hice un poco de presión. Nada. No sentí nada, solo la presión. Aparte la suave tela de algodón y la volví a posar sobre mi piel desnuda, era una piel muy suave, una de las pocas partes de mi cuerpo que no estaba mellada. Moví levemente los dedos, acariciando mi intimidad antes de llegar a la pequeña línea que lo separaba en dos. No sentí nada diferente, solo una caricia proporcionada por mí misma, no era diferente a otras, ni siquiera era la mitad de placentera que una de las suaves caricias de Peeta sobre mi cuello. Quizás no lo estuviera haciendo bien, y no me importaba, no necesitaba hacerlo, estaba bien así. Me relajé y me quedé dormida sin proponérmelo.
—Katniss…—
— ¿hmmmm?—
Entreabrí los ojos aturdida — ¿Qué…?—
— ¿Vamos a comer…?— Asentí mientras que me acariciaba el antebrazo derecho, mi mano aún estaba perdida debajo de mis braguitas, me había quedado dormida así. La aparté rápidamente sintiendo de nuevo el calor en las mejillas, ruborizándome. Peeta sonrió mordiéndose el labio, me cogió esa misma mano y me beso los dedos. Pensaba que iba a preguntarme, o que simplemente se reiría, pero no, sólo hizo ese dulce gesto, cielo santo, ¿había en el mundo alguien más dulce que él? Recordé uno de los puntos del tema "seducción" y me mordí el labio mirándole, luego acaricié sus labios y su mejilla.
—Vamos…—Le hice salir del trance en el que parecía estar, le cogí de la mano y caminé hacia la cocina, la mesa ya estaba puesta. Un nuevo rubor apareció al pensar el tiempo que llevaba en casa Peeta mientras que yo tenía mi mano sobre mi intimidad. Intenté con todas mis fuerzas desechar ese pensamiento, me lavé las manos en el fregadero y nos sentamos a comer.
Cuando acabamos me levanté a limpiar los platos, al cabo de un rato le miré mientras que acababa de recoger la mesa.
— ¿Por qué te dio esa revista Haymitch?—Las palabras salieron de mi boca antes de pensarlas, ni siquiera sabía si quería o no conocer la respuesta. Él me miró con sus ojos abiertos y se ruborizó. Me encantaba ver a Peeta así, era demasiado tierno.
—Ya sabes cómo es él…— Pareció pensárselo durante unos segundos— Cree que es el momento de que nos acerquemos más—
— Acercarnos más…en…el sentido de esas fotografías ¿no?— Él asintió y yo solo suspiré, me daba vergüenza reconocer que, me gustaría intentarlo, que mi cuerpo lo pedía a gritos, pero que no sabía cómo, y además tenía miedo— ¿Y tú qué piensas?—
— ¿Yo?—Su voz aumento una octava por lo menos, dejó sus cubiertos en la mesa y empezó a jugar con el bajo de su camiseta, nervioso— Es complicado… Por ti…por tu…—
—Ni se te ocurra mencionar mi inocencia Peeta— espeté interrumpiéndole.
— Katniss…—
—No Peeta, no soy inocente, no soy una cría…no…no…— empecé a hiperventilar— Mira, se que quizás no tenga tu experiencia, pero no soy una inocentona…sé…lo que hay que hacer…sólo que…—
— Sólo que ¿qué?— Veía un tono de preocupación en su cara.
— Sólo que…que me asusta…me había prometido a mí misma hace mucho tiempo que no tendría un relación sentimental…y…míranos…— La tristeza surcó su rostro, una tristeza que me encogió el corazón— No estoy diciendo que me arrepienta de…de lo que sea que tengamos…— Su media sonrisa me iluminó.
—Si algún día… tú y yo… ya sabes…tendrás que enseñarme— En ese momento notaba como si mi cara fuera a explotar, ardía de vergüenza.
—Katniss, tengo la misma experiencia que tú…— Se acercó y me acarició el brazo— ¿Cómo es posible que pensaras…?—
—Eres guapo…mucho…las chicas no dejaban de hablar de ti en clase, es normal…— Rió a solo unos centímetros de mí cara.
—Para mí solo existes tú, solo has existido tú…desde siempre…solo tus ojos…solo tus labios…solo tu piel…— Siguió con las caricias, ahora por mi cuello, notaba como si mi piel se fundiera ante su contacto. Oír eso me lleno de alegría, mi corazón latía con fuerza.
—Solo yo…—
Asintió y acercó sus labios a los míos, ese instante, el instante justo en el que él se inclinaba sobre mí se me hizo eterno. Cuando posó ese jugoso manjar sobe mis labios jadeé y lo besé con fiereza. Mordí suavemente su labio inferior y lo acaricié con la lengua, luego jugué con la suya que había salido a saludar a la mía. Se pegó más a mí acariciando mis caderas a la vez que mi cuerpo chocaba contra el fregadero. Gruñí contra sus labios y le abracé agarrando su camiseta, retorciéndola entre mis puños. Seguí bebiendo de sus labios mordiéndolos y lamiéndolos, al igual que él hacía con los míos propios.
Sus caderas reposaron contra las mías y gemí al notar contra mi vientre la misma dureza que había notado días atrás en mi espalda y la electricidad empezó a concentrarse justo donde le notaba. En ese momento Peeta se apartó mordiéndose el labio, dejándome aturdida y jadeando sin entender el porqué lo hacía, estaba dejando un profundo vacío en mi interior. Le miré suplicante pero el negó con la cabeza jadeando.


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