sábado, 30 de junio de 2012

Aprendiendo: Capítulo 15



Disclaimer:The hunger games no me pertenece.


Peeta me estaba besando, me estaba besando como si fuera un ángel caído. Esa dulzura que estaba empleando ahora contrastaba con la rudeza y la insistencia de sus besos ayer. Y eso me gustaba, porque sabía que después de lo que pasó seguía siendo un perfecto caballero. Seguía besándome con tanta dulzura que a veces pensaba que creía que me iba a romper. Pero yo acababa de prenderle mecha al fuego de mi interior y no me conformaba con ese dulce beso. Pegué mi cadera a la de él y poco a poco aumente la velocidad con la que mis labios se movían sobre los suyos. Mis manos cobraron vida propia y se dirigieron a enredarse con los mechones de su nuca. Lejos de apartarse Peeta llevo sus manos a mis caderas y las apretó, esta vez con mucha suavidad, atrayéndome más hacia él.
Lamía mis labios y jugaba con mi lengua como todo el experto que ahora ya era, demasiados besos compartidos nos habían enseñado como le gustaba, al otro. Y Peeta sabía perfectamente como me gustaba que su lengua jugara con la mía, como me gustaba que al principio fuera él quien llevara la iniciativa, para luego dejarme paso y mandar yo en nuestras bocas. A estas alturas el fuego de mi vientre ya palpitaba en mi intimidad, y empezaba a ser molesto. Además empezaba a notar que la excitación de Peeta también estaba creciendo.
Con dos cortos pasos consiguió que mi trasero chocara contra la mesa, y haciendo alarde de su fuerza, aunque para cogerme a mí tampoco es que necesitara mucha, me agarro de los muslos y me sentó en la mesa, separé las piernas instintivamente sin separar nuestros labios para que él se colocara entre ellas, cosa que hizo inmediatamente. Como el día anterior pronto noté que su camiseta me sobraba para impartirle mis caricias por lo que tiré de ella hacia arriba. Peeta se separó un segundo para que se la quitara, y cuando la prenda quedó en mis manos volvió a pegar sus labios a los míos, con esa furia que adoraba, tanto que me hizo gemir y rodearle la cadera con las piernas.
Separó sus labios de los míos, mirándome a los ojos, con esos dos ojos casi negros como el carbón.
—Tengo algo que darte, preciosa.— Jadeó y volvió a besarme, esta vez más calmadamente, cosa que me molestó.
—¿Qué? ¿El qué?— Mi respiración era completamente errática.
—Ante todo no quiero que te sientas mal, ni presionada, ni que creas que es lo único que quiero— dijo atropelladamente casi sin respiración— Lo hago por ti, porque sé que así te sentirás mejor, no tendrás que preocuparte…Y no tiene que ser ya, quiero que estés segura, que tú quieras, que lo necesites…— siguió con la verborrea, parecía bastante nervioso. Se apartó, dejándome vacía y fría y fue a la entrada, regreso al poco con una pequeña bolsita blanca.
—No te enfades Katniss…es por si acaso…solo eso…—Me entregó la bolsita mirándome con cara de preocupación. Cuando vi su contenido empecé a reír.
—¿Katniss?—Me levanté y cogí otra bolsita de uno de los armarios de la cocina y se la di. Sacó su contenido y me miró de nuevo con cara de sorpresa, su boca formaba una perfecta O.
—No eres el único que ha pensado en el "por si acaso"— Sonrió y saqué de la bolsita la caja de píldoras dejándola encima de la mesa— Ahora tenemos dos cajas de "por si acaso"
Se pegó a mí y me beso de nuevo con ternura, acariciando mis caderas.
—Katniss…me…gusta que hayas pensado en…el "por si acaso", eso quiere decir que…
—Que lo de ayer fue fantástico, y que…quiero que sigas enseñándome— Susurré muy bajito, haber reconocido eso me daba una vergüenza enorme, una cosa era pensarlo, y otra cosa era decírselo abiertamente.
—Para mí también fue fantástico preciosa…
Sonreí le había gustado. Lo de ayer…le había gustado…había dicho que había sido fantástico, y eso para mi torpe autoestima era un gran avance. Le abracé con fuerza deseando preguntarle si me estaba diciendo la verdad o no, utilizar ese juego de "¿real o no real?",pero, entre que me daba vergüenza hacerlo y me daba miedo la respuesta no lo hice. Simplemente me quedé abrazada a él.
—Katniss…
—¿hmmmm?— Se estaba demasiado a gusto apoyada en su hombro rodeada por sus fuertes brazos.
—¿Me harías un favor?
—Los que tú quieras…—Noté como sonreía, aunque no entendí el porqué.
—¿Ten encargas de llevarle la comida a Haymitch hoy?— Me aparté de golpe de él.
—¿Qué? ¿Yo? ¿Por qué?
— Pues porque hoy con lo que vio ayer no dejará de tomarme el pelo.
— ¿Y crees que a conmigo no lo hará? ¡Sabes que me odia!
—Haymitch odia al mundo entero…
—Ya…pero…eso no me salva de sus comentarios…va a hacer que me ruborice, le encanta avergonzarme….
—Pero tú tienes más fuerza. Además no has ido llorándole…
—¿llorándole?
—Sí…yo…bueno…en…los últimos meses…he…me he desahogado…contándole lo mal que lo pasaba teniéndote cerca— Tartamudeó
—¿Qué?— Sentí un fuerte dolor en el pecho, sentí como si el mundo se derrumbara, como si el suelo a mis pies se abriera y me tragara…Lo pasaba mal a mi lado, él, mi Chico del pan. Empezaba a no entender nada, si lo pasaba mal, ¿Qué hacía a mi lado? Y lo peor, ¿por qué me besaba y me tocaba?
—Katniss…no es lo que crees…no pongas esa cara…
—¿qué cara quieres que ponga ante lo que acabas de decir?
—Lo pasaba mal porque teniéndote cerca sin poder tocarte como lo hice ayer, sin poder besarte con pasión, hacerte gemir…sin poder hacerte el amor…para mí ya se había convertido en una necesidad…
—Peeta…
—No puedes entender lo que es…dormir a tu lado…acariciarte…pero nunca poder llegar a más…
—¿por qué nunca lo intentaste?
—Tenía miedo…
—¿de qué Peeta?¿de mí?—sonreí un poco.
—De que me rechazaras…sabía perfectamente tu postura sobre estos temas…y está tu inocencia…—Resoplé.
—Ya has comprobado que no soy tan inocente como creías…— Espeté. Lo de mi supuesta inocencia me desesperaba, no era una cría, ayer se lo había demostrado, y volvería a hacerlo.
—No te enfades…
—No me he enfadado…—Mentía, en realidad sí que me había molestado al recordad que él creía que era demasiado inocente, aunque también sabía perfectamente que mi enfado con Peeta no iba a durar mucho, el siempre comentaba que no sabía el efecto que provocaba en él, pero si sabía el efecto que el provocaba en mi, y era de auténtica paz y serenidad, además que tenía una necesidad enfermiza de tenerle a mi lado.
Empecé a preparar un cuenco con la comida para nuestro mentor, por mi parte ya se había acabado la conversación y los besos.
— Voy a llevarle esto antes de que se enfríe...
—Katniss por favor…— Cogí el cuenco y me le besé para que callara, maldita sea el enfado no me había durado ni un minuto.
—Hasta luego Peeta…
—Katniss…—Salí de la cocina antes de que dijera nada más, al menos así el creería que seguía molesta.
La casa de nuestro mentor estaba al lado de la mía, no nos separaba más d metros. Caminé hacia la puerta de la valla sin mirar hacia atrás, sabía que Peeta estaba en la entrada de mi casa mirándome con cara de derrota. Sorteé las malas hierbas del jardín del Haymitch, tome aire y piqué al timbre y esperé. Nada. Volví a picar y de nuevo nada. Me disponía a picar una tercera vez cuando la puerta se abrió y apareció mi mentor. Llevaba un cuchillo en la mano y parecía un poco aturdido. Cuando enfocó los ojos en mí sus labios dibujaron una sonrisa socarrona.
—Entra preciosa…—Pasé dentro y cerré la puerta sin ninguna delicadeza, por lo que hizo un ruido sordo bastante fuerte. Haymitch se llevo la mano a la cabeza gimiendo de dolor. Genial, estaba de resaca.
—Te he traído la comida…— Fui detrás de él hasta la cocina, se sirvió un café y le echó un gran chorro de una botella que tenia encima de la mesa, por el olor, deduje que era whiskey. Cogió la comida y lo olió.
—Al menos huele bien…—Le fulminé con la mirada.
—Si no necesitas más…—murmuré conteniendo la rabia, dispuesta a irme cuanto antes.
—¿Ya se le ha acabado a Peeta la sequía?
—¿Perdón?— Haymitch empezó a reír como si le hubiera contado un estúpido chiste fácil.
—Que si ya ha habido temita…— Movió las caderas y lo comprendí, ruborizándome al instante.
—¿Y a ti que te importa?— Le fulminé con la mirada.
—oh…Vamos monada…soy vuestro mentor…si no me va a importar a mi… ¿a quién si no?
—A nadie, no le importa a nadie lo que hagamos Peeta y yo…—Chasqueó la lengua.
—Claro que me importa…Quiero saber si aumentaremos la familia o no…
—Tranquilo, nos cuidamos, la familia no se incrementará
—uuuuuhhhh…eso quiere decir que si has tenido marcha…buena chica.
— ¡No! No ha habido marcha, maldita sea…—Rió.
—Pues por tus grititos y gemiditos parecía que sí, deberíais cerrar las ventanas…—Me cubrí la cara con las manos, muerta de vergüenza, una vergüenza que siendo sincera nunca había sentido, mi cara ardía de una manera que nunca antes había notado.
—Sólo me tocó…—susurré
—¿Con la mano?—Asentí—¿ y con la lengua no hizo nada?
—Me besaba, sí…
—no me refería a eso…¿No la usó en tu…florecita?
—Arg, no…—Mi cara tuvo que ser demasiado cómica porque mi mentor empezó a reírse de manera escandalosa.—deja de reírte o…—le planté cara, nuestros rostros quedaron a unos pocos centímetros. Mi vergüenza empezaba a transformarse en ira.
—o ¿qué? ¿Me clavarás una de tus flechas?— Tuve que retroceder un poco, el olor a alcohol de su aliento me revolvió las tripas— o mejor aún ¿me morderás, como a tu noviete?— En ese momento se me nubló la visión, levante la mano y le di un gran tortazo. El golpe seco retumbó en toda la estancia. La boca de mi mentor se abrió, descolgando la mandíbula, pero no tardo ni dos segundos en romper a reír, esta vez más fuerte.
—Cierra el pico maldito borracho o acercaré una cerrilla a tu cuerpo, con todo el alcohol que llevas dentro…¡bum!—volví a fulminarle con la mirada. Empezó a dejar de reírse aunque mantuvo esa sonrisa bobalicona.
— Solo quiero ayudar…— intentó poner cara de no haber roto un plato en su vida, aunque fracasó
—No la necesitamos…Peeta sabe lo que hace, deja de decirle estupideces…
—Y tú ¿sabes lo que haces?
—Perfectamente…—Mi tono empezaba a mostrar lo harta que estaba del tema, empezaba a resultar borde.
—Pues solo te oía gemir a ti…—y me cabreé, vale que yo no fuera la mejor amante del mundo, ni tuviera una larga experiencia a mis pies, pero Peeta había disfrutado, ese líquido viscoso lo demostraba.
— no necesito oírle para saber que le gusta…— estaba tan harta del tema que decidí enseñarle por mí misma, los efectos que mis caricias causaban en Peeta, de todas formas, no iba a poder ocultárselo mucho tiempo. Me aparté el pelo del cuello mostrando las marcas de dientes y sonreí con satisfacción cuando mi mentor se quedó sin palabras.—¿ Sigues creyendo que no le gusta lo que hago?
—Ugh…bonito collar…—Resoplé— Parece que el desesperado de Peeta se lo pasa bien…ya era hora…
— Lo pasa estupendamente, Haymitch…
—No tardes en darle el premio gordo…—Miró directamente a la unión de mis piernas— o buscará otro premio más receptivo, aquí hay muchas dispuestas a dárselo…
—Se lo daré cuando me dé la gana.
—Al final acabará violándote o yéndose…
—Peeta no haría eso…
— ¿Estas segura? Katniss…—Sonrió ampliamente. Resoplé.
—Eres imposible Haymitch…vendré a por el cuenco cuando lo hayas acabado…—Me dirigí a la puerta y como no oí su voz replicándome me fui.
Más que andar corrí hacia mi casa dando grandes zancadas, maldiciendo a ese borracho. Aún no entendía que le había hecho yo para que me tratara de esa forma, riéndose de mí, de mis actos, o de mis pensamientos…Al llegar a casa entré dando un fuerte portazo al cerrar la puerta. El ruido sordo debió alarmar a Peeta porque rápidamente bajó las escaleras.
—¿Qué ha pasado?
—Nada.
—No te creo, Katniss…— su voz contrastaba con la mía ya que su voz emanaba tranquilidad, y se notaba que la mía lo único que podía desprender en ese momento era furia.
—Cree lo que quieras…—Le esquivé y subí las escaleras, pero en el último escalón consiguió alcanzarme.
—¿Qué te ha dicho?
—¿Qué me va a decir, Peeta? ¡Se ha reído de mí!
—No creo que lo haya hecho…
—no estabas ahí no sabes lo que hizo…Se rió de que tu y yo…no hayamos llegado a ya sabes…
—Sabes que lo hace para molestarte y hacerte rabiar…
—Pues esta vez estoy molesta…también se rió de mis gritos otra vez, porque teníamos una ventana abierta…—Me ruboricé al recordarlo— Podía habernos visto…
—Katniss…preciosa…ya te lo dije…me encantan los gritos…la próxima vez nos aseguramos de que esté todo cerrado…— su voz seguía siendo calmada y eso me irritaba.
—no…es mejor…que no haya una próxima vez…así nos aseguramos…
—¡¿Qué?— pude ver la decepción en su rostro.
— Pues eso…quizás deberías buscar a alguien…otra…
—¡Katniss! ¿Pero te estás oyendo? Solo dices tonterías.
— Hablo completamente enserio.
— no quiero buscarme a nadie más, para mí solo existes tú, ¿cuándo vas a entenderlo?— suspiró pasándose la mano por el pelo.
—Pero Haymitch dijo…— susurré, no sabía muy bien que decirle, pero aunque no quería perderle, tenía miedo de que lo pasara mal, y de pasarlo mal yo, por culpa de lo que estaba empezando a pasar con nuestros cuerpos, por culpa de esas ganas de estar desnuda junto a su cuerpo también desnudo. Quizás para mí todo eso me viniera grande y yo no pudiera soportarlo. Aunque deseaba con toda mi alma que así fuera.
—No me importa lo que haya dicho Haymitch, solo me importa lo que queramos y deseemos nosotros…ahora mismo solo me importas tú. Ni nuestro mentor, ni otra chica, solo tú, solo Katniss Everdeen ¿entendido?
Le miré a los ojos asintiendo, quería creer en sus palabras, en que solo importábamos él y yo, pero era difícil, muy difícil.


No hay comentarios:

Publicar un comentario