viernes, 18 de enero de 2013

Aprendiendo: Capitulo 37


Disclaimer:The hunger games no me pertenece.

Los abrazos dentro de la casa habían durado demasiado. Me gustaba ver a la gente feliz, pero tanto contacto físico me desagradaba un poco. Y a parte estaba el hecho de que mi madre estaba fría y distante. Podría haberse ahorrado las molestias y no haber venido. Como en mi cumpleaños. Al parecer su familia se había acabado cuando Prim dejó de existir. Y mentiría si dijera que la mía también. Ahora tenía una nueva familia. Mi familia era Peeta, mis amigos. Sobre todo aquellas personas que sabían que significaba luchar en la arena y sobrevivir. El amor que alguna vez sentí por mi madre se había ido esfumando poco a poco, y aunque me sentía un poco culpable, era ella quien lo había provocado. ¿Cómo podría querer a alguien que casi mata de hambre a dos niñas pequeñas? Todas sufrimos por la muerte de mi padre. Y ahora que estaba enamorada podía comprender lo que se había sentido mi madre al perderle. Es posible que yo acabara como ella. Hundida, muda y muerta en vida. ¿no lo había estado ya? Pero yo, a diferencia de ella, no tendría a nadie por quien luchar. Ella debería haber luchado por nosotras. Y eso era algo que no podría perdonarle nunca. Y ahora con su distanciamiento, con sus acusaciones silenciosas, se había terminado cualquier rastro de relación y afecto entre nosotras. Era posible que esta vez fuera la última vez que la viera. Y eso dolía un poco.
Preferí permanecer cerca de Gale y Peeta, sobretodo del primero. Le había echado de menos. Demasiado. Echaba de menos salir a cazar y que él estuviera esperándome en nuestro lugar de encuentro. Que asustara a los conejos o a las ardillas para que yo pudiera atravesarles el ojo con una de mis flechas. Que limpiara mis manos de sangre. Echaba de menos sus "Catnip" y su risa. Esa risa que solo yo oía cuando compartíamos un poco de queso de Lady.
Pasados unos interminables minutos Peeta volvió a tomar mi mano y nos dirigimos todos juntos hacia el jardín. Cuando cruzamos la puerta la gente que allí se encontraba empiezó a aplaudir y a cantar una canción sobre amor y felicidad. Una pequeña Posy corrió hacia mí y se abrazo a mis piernas. Temí que tuviera las manos sucias, pero cuando Peeta la cogió en brazos y vi como la niña sonreía, el miedo se esfumó, nunca me había preocupado por algo así y nunca iba a hacerlo. Sus ojos verdes se posaron en los míos y se lanzo a mi cuello aún sujeta por Peeta.
—¡Te echo de menos Katniss!
—Yo a ti también pequeña…—Acaricié los pequeños bucles de su pelo y la abrace con cuidado. Quizás fuera a la única criatura que le permitía un acercamiento más próximo.
Hazelle se acerco a nosotros y con sola una mirada a su hija hizo que ésta se bajara de los brazos de Peeta
—No nos ha molestado Señora Hawthorne…—Ella le sonrió.
—Lo se…—Agarró la mano de su hija— Muchas felicidades chicos…me alegro que intentéis ser felices— se acercó a mí y me abrazó.
—Gracias Hazelle…—La rodeé con mis brazos, ella había sido como una segunda madre para mí. Casi más que mi propia madre.
— Os voy a dejar disfrutar de la fiesta…Gracias por la invitación.
Sonreí mientras se alejaba, Peeta volvió a agarrarme de la mano, pero no duró mucho ya que decenas de personas se acercaron a felicitarnos, más de los que habían sido invitados. Estaba segura de que alguien había avisado a más gente de la necesaria. Suspiré pesadamente. No quería una gran celebración, no quería una lista de invitados numerosa. Quería encerrarme en casa con Peeta. Que me quitara el vestido y me hiciera el amor. Pero aún así forcé una pequeña sonrisa por cada una de las felicitaciones y dejé que las personas que no habían sido invitadas por nosotros personalmente disfrutaran de la fiesta. No había muchas fiestas por aquí, así que un poco de distracción no venía mal a nadie. Incluso sonreí ante al abrazo y los dos sonoros besos que le dio Delly a Peeta después de darme un simple beso en la mejilla a mí. ¿Aún no se había rendido?
Poco después tuvimos que sentarnos en una enorme mesa para que nos sirvieran la comida. Alrededor de esta había una decena más de mesas redondas. Todas perfectamente decoradas con flores naranjas. Todas ellas en grandes ramos decorados con hojas verdes, de mi verde. Sonreí al recordar que eran nuestros colores.
Peeta no me soltó la mano hasta que llegó la comida, un derroche de diferentes platos exquisitos, comidas típicas de cada distrito, y alguna también del Capitolio, como ese exquisito guiso de cordero con ciruelas pasas. El pan había sido horneado esta misma mañana en "nuestra" panadería y había bollos de los diferentes distritos también. Era algo que debíamos a nuestros amigos. Como un tributo a aquellos que habían muerto en la arena.
Comí en silencio, escuchando de fondo el murmullo de las conversaciones. Todas ellas habían olvidado el dolor por lo perdido ese día, estaban alegres felices. Y extrañamente eso a mí también me alegraba, saber que la gente se sentía feliz gracias a mí en cierto modo me llenaba de orgullo. Y sentía que quizás algún día podría llegar a ser una mujer feliz, sin remordimientos, sin pesadillas, sin recuerdos amargos.
—¿En qué piensas, preciosa?— Peeta me susurró al oído y di un suave brinco al no esperármelo.
— en la felicidad de las personas. En mi felicidad.— Me cogió la mano
— ¿y? ¿eres feliz?
—En este momento sí, me siento feliz al verles sonreír — recorrí el jardín con la mirada y luego la centré en él— al verte feliz…
—Yo también soy feliz viéndote así, sonriendo sin reservas— besó mi mano.
— Bueno, es lo que tú has conseguido…— su sonrisa se amplió.
Supe que iba a replicarme pero le callé con un suave beso. Luego se levanto de la silla y me tendió la mano.
—¿Inauguramos el baile?— sus ojos y su sonrisa brillaban demasiado para un rechazo
— No sé bailar…— Aún así tomé su mano y me levanté.
—Sólo tienes que seguir mi ritmo…será fácil.
— eso lo dudo, Peeta…no será fácil…
— Ya lo veremos…
Los músicos que estaban en una esquina del jardín empezaron a tocar casi al mismo tiempo que entramos en el recuadro que habían dejado como "pista de baile". La gente se acercó a mirar y eso me puso aún más nerviosa, no quería hacer el ridículo delante de tantas personas, no quería estropearle la fiesta a Peeta, para el esto era importante, y quería que saliera todo perfecto para él.
—¿Preparada?
— No— me sinceré con una sonrisa.
—Todo irá bien, confía un poco en mi Katniss— Empezó a balancearse suavemente y empecé a seguir su ritmo lentamente. Poco a poco sus pies empezaron a moverse del suelo y los míos a seguirle de una forma un poco torpe.
— ¿Donde aprendiste a bailar?
— Todos los años mis padres y yo íbamos al baile de fin de año. Cuando cumplí los 13 años le pedí a mi padre que me enseñara a bailar por si algún día ibas a ese baile.
— ¿sabes que viviendo en la Veta me habría sido imposible no?
— Estaba enamorado y era un niño, no perdía las esperanzas…— me ruboricé fuertemente ante ese comentario.
—tendrías que haberme invitado al baile…— Apoyé mi cabeza en su hombro, sorprendentemente estábamos moviéndonos fluidamente por la pista.
—Me habrías rechazado
— Quizás no. Te debía un agradecimiento ¿recuerdas?
— Me alegro de no haberlo hecho, si hubiéramos sido amigos, o algo más, tus primeros Juegos habrían sido aún más difíciles, sé que fingías por las cámaras…— susurró
— Fueron horribles Peeta—Le miré a los ojos e intentó replicarme— no por las muertes— le callé— si no porque mi compañero de distrito era el chico que me salvó la vida y se la salvó a mi hermanita. Y luego los besos en la cueva, sabes que no fingía siempre… Que no quería perderte no era fingido. Te necesitaba a mi lado— quizás en aquel momento, cuando aún no sabía que estaba enamorada de él mi necesidad de retenerlo era más por beneficio propio que por el suyo. Pero ahora estaba segura de que mi amor por él se había forjado en aquella cueva mientras que él luchaba por su vida.
— Te enamoraste en la cueva ¿verdad?
— Creo que sí…o quizás desde que confesaste tu amor delante de todo Panem ya te veía con otros ojos. No lo sé. Entender mis sentimientos era y es complicado. Creo que lo importante ahora es que soy tu esposa y que te amo ¿no?— sonreí mirándole a los labios.
— Y que yo te amo a ti…
— Estarás conmigo para siempre…— me acerqué unos centímetros más a sus labios.
— Para siempre…— me susurró.
La conversación acabó con un casto beso de Peeta en mis labios y continuamos moviéndonos por la pista durante unos agradables minutos, bailar pegada al cuerpo de Peeta no estaba tan mal. Por el rabillo del ojo pude ver algo que me dejó atónita. Gale bailando, mejor dicho, Gale bailando con Johanna. Ambos sonriendo como dos enamorados. Oh dios, ¿sería ese el caso? ¿Gale y Johanna? Eso era juntar la llama con la mecha. Eso podría producir una gran explosión. Aunque la diferencia de edad parecía importante, en mi opinión eso era lo de menos. Si dos personas querían compartir algo, qué más daban sus edades. Ojalá que Gale encontrara ese fuego que tanto buscaba en Johanna y ella a alguien por quien luchar. Hacían muy buena pareja, guapos, altos, fuertes, luchadores y sin pelos en la lengua. Definitivamente me gustaba ese acercamiento. Sonreí a Gale que me devolvió la sonrisa para luego decirle algo al oído a Johanna que también me miró, sus ojos brillaba de una forma extraña, un extraño brillo de complicidad y quizás alegría. Era raro. Siempre creí que no se aguantaban mutuamente… y ahora bailaban juntos. Quizás mi mente enamorada estaba adelantando acontecimientos pero desesperadamente quería verles felices.
La canción acabó y Gale dejó a Johanna susurrándole algo en el oído de nuevo y luego se acercó a nosotros. Nunca había visto a Gale con traje, y aunque la americana se la había quitado por causa del calor esa camisa con los dos primeros botones desabrochados le daban ese aire atractivo y sexy que siempre había tenido, ese aire de saberse guapo y lucirse, como solía hacer en el colegio. Sonreí al recordar como las chicas suspiraban por él y las maldiciones que recibía yo por estar a su lado.
—¿Me concedes el próximo baile Catnip? —Mientras que formuló la pregunta me miró a mí pero luego paso a mirar a Peeta. Éste último no dejó de sonreí y es mas. Tiro un poco de mi mano hacia Gale, en un acto que daba a entender que no le molestaría, o al menos no tanto como para matarle de celos.
— Claro…— sonreí extendiendo mi otra mano hacia la de Gale y cuando se la cogí solté la de Peeta que me miró sonriendo.
Gale se dirigió conmigo al centro de la "pista" y en cuanto la música empezó a sonar comenzó a balancearse y moverse por la pista, un poco más inseguro que Peeta. Pero aun así me dejé llevar, y aunque no apoyé mi cabeza en su hombro como con Peeta si que me acerqué a él lo más que pude, me gustaba sentir a mi amigo cerca, aunque fuera en un momento tan impropio de nosotros. Si hace tres años me hubieran dicho que acabaría bailando con Gale en mi propia boda, me habría echado a reí delante de quien fuera. Yo, que nunca iba a enamorarme, que nunca iba a compartir mi vida con otra persona…estaba aquí vestida de novia, feliz y enamorada.
— Sabes bailar…— intenté romper el silencio.
— Sí, quería bailar en tu boda así que he tomado un par de clases, no soy tan bueno como tu marido
— no lo digas así— espeté empezando a enfadarme.
— Me refiero solo al baile Katniss…todo está bien, ya lo hemos solucionado…¿no?
— Supongo…— me encogí de hombros— Estabas bailando con Johanna— no pude evitar sonreír divertida.
— Sí, ¿y?— Espetó apartando la mirada.
— Es una mujer muy bella, y divertida.
— y arrogante y creída…
— No sé a quién me recuerda…— le miré fijamente, tenían un carácter muy parecido.
— Yo no soy así, Catnip.
— No, a veces eres incluso peor— reí.
— Serás…
—Gale, si Johanna te gusta, y creo que es así, lánzate, ella puede ser ese fuego que tanto buscas…
— ¿Katniss Everdeen dando consejos de amor?
— Peeta me ha enseñado mucho. Y por cierto, ahora soy Katniss Mellark…— Le mostré el anillo que perfectamente estaba colocado en mi dedo con una sonrisa.
— Bien Señora Mellark— sonrió ampliamente, pero la borró enseguida, mirando por encima de mi hombro.
— ¿Qué?— Intenté darme la vuelta para mirar lo que le había hecho cambiar la cara, pero él me lo impidió con su cuerpo
— Delly intenta robarte el marido Catnip.

No hay comentarios:

Publicar un comentario